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Asesinato de Carlos Manzo sacude a México y reaviva el debate sobre la seguridad nacional.

Daniela Alanis Mendez

3 nov 2025

El alcalde independiente de Uruapan fue asesinado en pleno festival frente a cientos de personas. Su muerte provocó una ola de indignación, protestas y un replanteamiento sobre la estrategia del gobierno federal frente al crimen organizado.

La noche del sábado, en medio de una celebración cultural iluminada por miles de velas, Carlos Manzo, alcalde independiente de Uruapan, fue asesinado a balazos durante el Festival de las Velas, uno de los eventos más emblemáticos del municipio.


El ataque ocurrió mientras el edil realizaba una transmisión en vivo desde la plaza principal. Un joven armado, de entre 17 y 19 años, se acercó entre la multitud y disparó varias veces a quemarropa. A pesar de que el alcalde contaba con la protección de 14 elementos de seguridad, las balas lo alcanzaron en el pecho y abdomen. Murió minutos después en un hospital cercano. El agresor fue abatido en el lugar.



Carlos Manzo, de 40 años, se había convertido en una figura polémica pero respetada en Michoacán. Conocido como “el del sombrero”, fue el primer alcalde independiente en la historia de Uruapan y un crítico abierto del crimen organizado y de la falta de acción del gobierno federal.


“Delincuente que se tope con la policía y agreda a la ciudadanía, hay que abatirlo”, declaró en mayo pasado, una frase que lo colocó en el centro del debate nacional.


Antes de lanzarse por la vía independiente, Manzo militó en Morena, partido de la presidenta Claudia Sheinbaum, pero rompió con esa fuerza política tras denunciar “complicidad e inacción” frente a los grupos criminales que controlan amplias zonas del estado.


En septiembre pasado, el edil advirtió públicamente que el retiro de 200 elementos de la Guardia Nacional dejaría a Uruapan “en completa vulnerabilidad”.


“Nos están dejando solos. Y solos no se puede”, escribió en su cuenta oficial, un mensaje que hoy muchos consideran premonitorio.





El asesinato de Manzo generó una inmediata condena nacional. La presidenta Claudia Sheinbaum calificó el crimen como “un acto cobarde” y anunció el Plan Michoacán por la Paz y la Justicia, que contempla el envío de refuerzos federales, inteligencia militar y un sistema de alerta para alcaldes amenazados.


“No habrá impunidad. El Estado mexicano garantizará justicia”, aseguró Sheinbaum durante su conferencia matutina.




Sin embargo, las calles de Uruapan y Morelia reflejan un sentimiento distinto. Cientos de ciudadanos salieron a protestar con pancartas, veladoras y consignas como “¡Justicia para Manzo!” y “¡Fuera Morena!”.

Durante el velorio, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, también de Morena, fue abucheado y obligado a abandonar el recinto entre gritos de indignación.


Líderes sociales, académicos y colectivos civiles han exigido que la investigación se realice sin sesgos políticos, mientras analistas advierten que el caso podría tener un impacto profundo en la credibilidad del gobierno federal.




Michoacán: entre cárteles y abandono.
Michoacán: entre cárteles y abandono.

 

Michoacán es uno de los estados más golpeados por la violencia. De acuerdo con cifras oficiales, en lo que va del año se han registrado más de 1,200 homicidios dolosos y más de una decena de ataques contra funcionarios locales.


En la región de Uruapan operan diversos grupos delictivos, entre ellos el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Los Viagras, La Familia Michoacana y Cárteles Unidos, que mantienen una guerra abierta por el control de territorios, rutas y extorsiones.


Fuentes de la Fiscalía de Michoacán confirmaron que el arma utilizada en el ataque contra Manzo fue usada en otros hechos violentos recientes en la región, aunque aún no se ha identificado a los autores intelectuales.


 “El asesinato del alcalde de Uruapan no fue un hecho aislado, sino parte de una cadena de violencia política que está desangrando al país”, declaró el investigador en seguridad pública Alejandro Hope Jr.




El duelo de un pueblo.
El duelo de un pueblo.

En Uruapan, el luto se respira en las calles. La plaza principal (donde ocurrió el atentado) se ha convertido en un altar improvisado lleno de flores, veladoras y mensajes.

“Él no tuvo miedo, y por eso lo mataron”, dice una comerciante que lo conocía desde hace años. “Pero su muerte nos unió; el pueblo despertó”.


En redes sociales, la etiqueta #JusticiaParaManzo se mantiene como tendencia nacional. Estudiantes y colectivos ciudadanos han convocado a una marcha nacional el 15 de noviembre en la Ciudad de México, bajo el lema “Sin miedo, por la paz”.




El asesinato de Carlos Manzo ha puesto al descubierto las grietas en la política de seguridad del país y la vulnerabilidad de los funcionarios locales frente al crimen organizado.


Para muchos, su muerte representa algo más que un crimen político: simboliza la desesperación de una sociedad cansada de la violencia y la impunidad.


Mientras la investigación continúa, una pregunta resuena en todo México:


 ¿Cuántos más tendrán que morir para que el Estado recupere el control?



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